23.8.10

PRÓLOGO - El Diseño Consciente



“El diseño no es estilo, no es forma, no es moda.  El diseño va más allá, hace relaciones profundas entre las cosas y resuelve problemáticas. No se trata de hacer “cosas bonitas”.  Aunque los diseñadores pueden casar los aspectos estéticos con los funcionales al desarrollar un proyecto, lo “bello” no es el objetivo primordial del diseño.”
 - Stephen Burks.

El diseñador industrial tiene una visión global de su diseño. Está consciente de todo lo que éste involucra: manufactura, distribución, impacto social, económico y ambiental, entre tantos otros. 

El campo de trabajo del diseñador industrial, es tan amplio como nuestras mentes. La mente de un diseñador le permite explorar e incursionarse en otras ramas de conocimiento relacionadas a todo tipo de actividades humanas. El diseñador hace mucho más que mobiliario, empaques y productos. Tiene la capacidad de desarrollar también lo intangible: servicios, metodologías, conceptos…

La creatividad y la innovación residen en el aventurarse a la multidisciplinariedad. El diseño nunca es una actividad individual. La ruptura de este paradigma, reflejado en la integración de conceptos, limitaciones o especialidades aparentemente opuestos resulta en nuevas soluciones. Las mezclas colaborativas entre varias disciplinas enriquece los resultados de este conjunto de métodos al desarrollar simultáneamente objetivos comunes. 

Como diseñadores en este tiempo, donde se produce tanta basura y productos superficiales, es necesario fundamentar la creación de los productos que desarrollamos. Aplicar nuestro conocimiento para hacer diseño consciente: un diseño integral que ve más allá de un simple producto, y amplía su visión hacia un sistema, una red o una comunidad. 
Somos capaces de integrar en un proyecto la solución de necesidades humanas reales, la factibilidad técnica y la viabilidad económica. Enfoquémonos en temáticas actuales y sustanciales como son el calentamiento global, la educación, el sector salud, la seguridad, la limpieza del agua o la pobreza. Tenemos que dejar de pensar en pequeños cambios con la filosofía de “nuevo y mejorado” y empezar a explorar nuevas posibilidades.

El diseño por definición está centrado hacia los humanos. Para diseñar hay que conocer un contexto, una cultura, sus necesidades, motivaciones y aspiraciones. Cambiemos de una relación pasiva entre productor-consumidor, y hagamos diseño participativo. Un compromiso activo de todos los involucrados resultará en experiencias significativas y en  proyectos  más productivos y rentables. 

El diseño tiene un mayor impacto cuando no sólo está en las manos de los diseñadores y lo compartimos con las manos de todos. Todos tienen la capacidad de diseñar, de resolver problemas. Lo que diferencia a un diseñador entonces, es la metodología y el análisis de este proceso. 

Los planteamientos actuales empiezan a ser obsoletos y podemos proponer hacer algo diferente. La mayoría de ellos son “soluciones pequeñas” que podrán ser diseño pero no diseño consciente. Divertido e incluso deseable, pero no trascendente. Podemos diseñar enfocándonos menos en los objetos y más hacia el diseño como un acercamiento a lo que realmente importa: 
el resultado.  

Esto es diseño humanitario.

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